El matrimonio de Pierre y Maribel en Puente Piedra, Lima

La crónica de nuestro matrimonio

Fue un regalo de Dios para nosotros. Decidí que nada afectaría este día. Al iniciar el día, le dije al Señor que le entregaba todo a él, que confiaba que si algún percance pasaba, sabía que él lo cubriría todo y que yo disfrutaría cada momento de mi boda y así fue. Mi esposo se comportó como todo un héroe, mi esposo y mi Dios, fueron cómplices de aquel día, uno de los días más felices de mi vida. Hasta hoy sigo feliz por todo lo que ocurrió en mi matrimonio, no porque todo saliera perfecto, porque a los ojos de las personas quizás pudieron encontrar algunas fallas, sino porque decidí tener la actitud correcta y realmente fui sorprendida. Yo puedo decir que el tener a Jesús en nuestros corazones hace que cada día sea el mejor en nuestro matrimonio, él es nuestra roca y nuestro sustento constante, ya son ocho meses desde aquel día, y aún sigo tan emocionada. Casarse es la bendición más grande y le doy gracias a Dios por haber puesto a la persona correcta y que yo también sea la persona correcta para Pierre, mi esposo.