Del noviazgo al matrimonio: una transición a objetivos de vida en común
El paso de novios a esposos suele estar lleno de temores e inseguridades, porque es una etapa de madurez hacia la convivencia y la construcción de objetivos en pareja.
Cuando dos personas se conocen, inicialmente lo que predomina es, la atracción física el uno por el otro, lo que se traduce en un fuerte deseo de estar cerca y en pasar por alto los defectos y diferencias de cada uno; sin embargo, en la medida que pasa el tiempo esto puede ir cambiando y madurando en emociones más profundas, que suelen llevar a la pareja a la idea de compartir sus vidas.
El noviazgo, entendiéndolo como el compromiso que hacen dos personas con la intención de contraer matrimonio, es una etapa que si bien por un lado está llena de alegría y emoción, llegando incluso a querer gritar a los cuatro vientos que uno se va a casar y que las personas cercanas acompañen en esta ilusión, por otro lado al haber tantos planes a corto y mediano plazo, puede generar mucho estrés y ansiedad en la medida que se aproxima la fecha del matrimonio, ya que a veces equivocadamente se suele poner mucho énfasis en la celebración y cómo será y no tanto en lo que eso representa para las personas que decidieron unir sus vidas.
Esto no quiere decir que está mal emocionarnos por cómo será la celebración del matrimonio, ni mucho menos que no debemos tratar de elegir lo que nos guste, sólo que eso no debe ser todo lo que nos importe, sino que tengamos claro lo que quiere el uno para el otro y cómo esto puede ser simbolizado en ese gran día.
Durante el noviazgo, pueden aparecer también discusiones que antes no ocurrían y el miedo a perder a la persona amada puede incrementarse, esto último a pesar de parecer contradictorio, pues se espera que con el compromiso uno tenga más seguridad y confianza en la relación, se debe a que si antes uno temía que la relación se acabe y salir lastimado, con el noviazgo se suma el impacto que esto podría tener a nivel social y familiar en la vida de la persona. Así mismo, se puede creer que mágicamente por sólo el hecho de casarse, los desacuerdos que podrían existir previamente desaparecerán. ¡Nada más alejado de la realidad!
No obstante, a pesar de algunas complicaciones que pueden darse en este periodo, para algunos es una etapa preciosa y plagada de cercanía y ansias de que llegue el día que comiencen juntos una nueva vida.
En cualquiera de los casos, el noviazgo es la transición al matrimonio, y varias de las dinámicas que estaban en la pareja antes del compromiso, podrán ir ajustándose siempre y cuando las personas trabajen en ello y así den inicio al matrimonio, etapa que va de la mano en la mayoría de las relaciones con el inicio de la convivencia y que por un lado exige una alta disposición de adaptación pues muchas de las costumbres se harán notoriamente diferentes y se debe ver la forma de reducir esto, y por otro comienza la construcción de objetivos de vida en común que permitan la plenitud de la relación.