Cuidados para guardar tu vestido después de la boda
El arte y dedicación puestos en un vestido de novia sumado a la fecha especial en el que toda mujer lo luce lo convierten en un objeto, prácticamente, de colección. Por tanto, requiere de ciertos cuidados para que se conserve, tal cual, en el tiempo.
El vestido de novia es fácilmente olvidado después del matrimonio por su principal protagonista, la flamante esposa. El apuro de la luna de miel, la mudanza a su nuevo hogar o simplemente la nostalgia, pueden provocar un involuntario descuido de una pieza tan minuciosamente elaborada como ésta y contribuir a su rápido deterioro. Si estás en medio de esta vorágine de qué hacer con él y cómo preservarlo en el tiempo, quien sabe, para acompañar a tu futura hija o querida nieta al altar, se cuidadosa desde ahora, en aspectos tan importantes como lavado, empaque y almacenado.
Tintorería
Ese mismo cuidado que diste o darás a tu vestido de novia el día de tu matrimonio, asegurándote de no pisarlo al caminar o de no mancharlo con algún residuo durante el banquete, pero ‘elevado al cuadrado’ deberás dedicarle también después de tu boda. El lavado es el primer paso a seguir como máximo tres semanas después de su estreno nupcial, si lo que esperas es que quede tal cual salido del atelier o casa de novias. Prefiere por sobre todo, llevarlo a una lavandería especializada en éste tipo de atuendos. Caso contrario, opta por una convencional y prefiere el lavado en seco.
Si escoges darle un trato más personalizado a la limpieza de tu vestido y hacerlo en casa, hazlo sólo si no tiene mucha pedrería o apliqué. No olvides utilizar productos especiales para prendas delicadas y de color claro. Acuérdate de no exprimirlo y tenderlo al aire de manera que no se dañe, de preferencia de modo horizontal.
Empaque
Una vez recogido de la tintorería retírale el plástico pues este contribuye a su humedad. No lo cuelgues en el ropero, tenerlo así por años podría deformarlo. Dedícate a empacar tu vestido de novia con los materiales adecuados del modo que se conserve y no se arrugue demasiado. Rellena el busto con papel de seda natural para que mantenga su forma en el tiempo. De tener mangas, crúzalas hacia adelante y luego empapélalo todo a lo largo. Si la falda es vaporosa seguro que te costará un poco, pero habrá valido la pena. Puedes ayudarte con un delicado hilo que -luego retirarás- envolviéndolo y así manipularás el vuelo y quedará bien recubierto. Dobla el vestido en tres tirando de la parte de adelante hacía atrás y luego enfúndalo en un saco de tela. Las bolsas de tejido de punto o muselina en color blanco son los empaques ideales para una prenda de esta clase.
Hoy en día existen las lavanderías especializadas en este tipo de vestuarios que te brindan el servicio de envasado al vacío, en dónde además de colocarla en un empaque especial y retirarle el aire, le aplican un químico que lo resguarda de pequeños insectos como las polillas. La única desventaja son los pliegues o arrugas, que más adelante serán difíciles de retirar de tu preciado vestido de novia.
Almacenamiento
Las cajas de cartón o madera forradas y acolchadas con espuma o esponja son las más adecuadas para almacenar de manera recomendable un vestido de novia. No olvides por nada colocar las pastillas de naftalina que utilizaban nuestras abuelas para conservar sus prendas y cámbialas cada tres meses. También puedes utilizar otros productos similares que vienen en empaques para deshumedecer ambientes. Busca un lugar, en la medida de lo posible, con el menor contacto de polvo o humedad dentro de casa para colocar el valioso cofre/baúl.
Recuerda, que cada vez que desees mostrar a tus amigas tu hermoso vestido de novia deberás repetir el mismo procedimiento, claro está, si deseas mantenerlo así de hermoso siempre.